Los incendios forestales que arrasan el sureste de Australia están lejos de controlarse, pero la lluvia que cayó ayer en la región dio una tregua a los exhaustos bomberos y habitantes locales.
Tras una catastrófica noche en la que varios fuegos se fusionaron para convertirse en megaincendios en los estados de Nueva Gales del Sur y de Victoria, las temperaturas declinaron ayer y las lluvias trajeron algo de alivio en estas regiones.
Pese a que ha sido una larga y difícil noche, esta mañana nos alegra que no haya pérdidas de vidas ni daños materiales importantes” indicó a la prensa la primera ministra de Nueva Gales del Sur, Gladys Berejiklian.
Se espera que estas mejoras de las condiciones meteorológicas duren una semana, lo que dará a los bomberos más posibilidades para controlar los incendios.
La temporada de incendios, particularmente precoz y virulenta, ha causado 26 muertos en Australia, reducido a cenizas un territorio equivalente a diez millones de hectáreas, una superficie similar a la de Portugal o Corea del sur, y destruido más de dos mil casas.
Expertos de la Universidad de Sídney consideran que la catástrofe ha provocado la muerte de mil millones de animales, cifra que incluye a mamíferos, aves y reptiles.
En las próximas semanas brindaremos una respuesta de emergencia a nuestros socios en conservación y brindaremos asesoramiento a los gobiernos estatales para actuar por la vida silvestre, la protección de la naturaleza y la restauración”, indicó el director del Fondo Mundial para la Naturaleza Australia, Dermont O’Gorman.