Si alguna vez pensaste que el modo incógnito de Google Chrome te daba algún tipo de capa de invisibilidad al ver pornografía, esto dista mucho de la realidad.
Acorde a un estudio encabezado por Elena Maris, investigadora de Microsoft; Tim Libert, profesor de ciencias computacionales en la Universidad de Carnegie Mellon; y Jennifer Henrichsen candidata a doctorando en la Universidad de Pennsylvania, el 93% de 22 mil 484 sitios pornográficos analizados comparten información a terceros. Cabe agregar, que a dónde va esta información o qué hacen con ella, no está del todo claro.
Aunque actualmente, el interés académico se ha volcado en el uso de internet y privacidad en general, no hay mucha investigación en las implicaciones específicas del consumo de pornografía online.
Al considerar que las páginas web de contenido para adultos son de las más visitadas en internet (incluso más que Netflix, Twitter y Amazon combinadas según un reporte de 2017), la preocupación sobre los aspectos de privacidad en este tipo de sitios incrementa.
Debido a que el consumo de porno constituye parte de los datos sexuales de una persona, y por lo tanto se convierte en información sensible, muchos usuarios preferirían que esta actividad permaneciera totalmente privada y sin rastreo.
Si bien los cibernautas consideran las páginas web como una sola identidad, por lo regular los sitios online contienen código de terceros. Es decir, el sitio web está constituido por herramientas de una o más compañías. Por lo tanto, algunos de estos códigos pueden permitir el rastreo y monitoreo de la actividad en línea de quienes visitan la página. Esto con el objeto de construir perfiles de consumo que detallen intereses, pasatiempos o hábitos que se convierten un una poderosa arma de publicidad y mercadotecnia.
Muchos websites o apps generan ingresos al compartir acuerdos de publicidad con determinadas compañías o, incluso, pueden ganar beneficios monetarios inmediatos al incluir códigos de terceros en su sitio. Sin embargo, rastrear a los usuarios en páginas web sin publicidad puede proveer información adicional sobre gustos, hábitos y pasatiempos. Es por eso, que Google y Facebook otorgan a los desarrolladores web cierto rango de servicios libres de anuncios a cambio de que se les permita rastrear a los usuarios.
En marzo de 2018, los resultados del dicho estudio arrojaron que Google (o alguna de sus subsidiarias) tenían códigos rastreadores en el 74% de los sitios pornográficos analizados. Por su parte, Oracle (compañía especializada en el desarrollo de soluciones de nube) apareció en el 24% de sitios y Facebook, quienes no permiten ningún tipo de contenido pornográfico o de desnudos en sus plataformas, tenían rastreadores en 10% de estos websites.
Para identificar el código de terceros en estas páginas y saber cuáles compañías están involucradas en el monitoreo de los cibernautas, los investigadores utilizaron webXray. Esta herramienta permite grabar la red de tráfico que se genera al cargar determinado sitio web en Chrome, el navegador de Google, para saber en qué momento la información del usuario es expuesta a extraños. Asimismo, al momento de procesar la información, esta aplicación permite graficar todos estos datos y arroja a los dueños y/o creadores del código de monitoreo.
Lo que estas compañías están haciendo con estos datos, es un misterio. Sin embargo, en declaraciones realizadas a The New York Times, voceros de Facebook y Google negaron que potencial información recolectada en estos sitios fuera usada para crear perfiles de marketing con base en la actividad sexual de los usuarios con la intención de anunciar o vender productos.
Un portavoz de Google le dijo a Business Insider: "No permitimos Google Ads en sitios web con contenido para adultos y prohibimos la publicidad personalizada y los perfiles de publicidad basados en los intereses sexuales de un usuario o actividades relacionadas en línea. Además, las etiquetas de nuestros servicios de publicidad nunca pueden transmitir información de identificación personal a Google".