“La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.” (Eduardo Galeano).
A ver, dijo el tuerto. ¿Qué?, preguntó el ciego. Vamos por partes, ¿para qué correr? ¿Hacia dónde corremos, los que estamos tan quietos?, preguntó la poeta Ida Vitale. Porque de nada sirve el correr; lo que conviene es partir a tiempo, ¿o no Jean de La Fontaine? Sin embargo, el acelere de la humanidad se manifiesta en todas las latitudes y corremos desbocados quién sabe hacia a donde. Nos sentimos seguros por el advenimiento; no, por el hecho de que está con nosotros la tecnología, específicamente las redes sociales, y al mismo tiempo como que la incertidumbre nos acongoja, en muchas ocasiones nos apendeja. No lo neguemos: nos perdemos en el laberinto ahora muy pronto hasta del Metaverso.
En el Diccionario del diablo, Ambrose Bierce definió “Día.s. Período de veinticuatro horas en su mayor parte desperdiciado. Se divide en el día propiamente dicho y la noche o día impropiamente dicho; el primero se consagra a los pecados financieros y la segunda a los otros pecados. Estas dos clases de actividad social se complementan.” Mientras, la “realidad real” que vaya mucho a chingar a su… Así puestos, nos vale madres, sobre todo a las nuevas generaciones. Canta Joan Manuel Serrat:
“Esos locos bajitos que se incorporan
Con los ojos abiertos de par en par
Sin respeto al horario ni a las costumbres
Y a los que por su bien, hay que domesticar.
Niño
Deja ya de joder con la pelota
Niño, que eso no se dice
Que eso no se hace
Que eso no se toca.”
Pos no, esos locos bajitos nacen no con una torta o un libro bajo el brazo, sino con un celular. Entonces les damos otro mundo, el que no existe. Los hacemos ciegos, tuertos, o al menos, indiferentes, sin ningún apego a la amistad y el amor verdaderos. Abran los ojos y verán, espero.
Jean-Paul Sartre escribió que basta con que un hombre odie a otro para que el odio vaya corriendo hasta la humanidad entera. En esas estamos. Digo, sin ser tan drásticos. Ajá. Lo dijo Jacinto Benavente: “Eso de que el dinero no da la felicidad son voces que hacen correr los ricos para que no los envidien demasiado los pobres.” ¡Ay, güey! ¿Dónde escuché que ayudar a los pobres es parte de una estrategia política? Pos claro, ¿dónde están los votos electorales? Ahora sí, dejen que los niños (¡y los pobres!) vengan a mí.
¡En la máuser!
Los días y los temas
El 13 de enero de cada año, es el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión. ¡Uuuff! Según estudios, en México, más de 19 millones de personas sufren algún tipo de depresión, es decir, 15 de cada 100 la padece y algunos pueden vivir hasta 15 años sin saber que tienen este trastorno. Cerca de 6 millones son menores de edad que sufren depresión por factores como la violencia, carencias económicas, cambio de vida, y afecciones sociales. (milenio.com, 09-01-23).
Cito nuevamente a Ronald Reagan: “Recesión es cuando tu vecino se queda sin empleo; depresión es cuando lo pierdes tú”. Ahí nada, pescadito.
¡Y este 13 de enero cumplo 60 años! Me penetrará la depresión senil. Cruz, cruz, cruz… Estoy en la plenitud de la senectud.
De cinismo y anexas
Vamos por partes, entonces. Aquí les dejo lo siguiente.
*“Pocos son entre los hombres los que llegan a la otra orilla; la mayor parte corre de arriba a abajo en estas playas.” (Buda).
*“Es peligroso escuchar. Se corre el riesgo de que le convenzan; y un hombre que permite que le convenzan con una razón, es un ser absolutamente irracional.” (Oscar Wilde).
Ahí se ven.