Es una realidad que en este país siempre se ha tenido la sospecha de que los gobernantes de todos los niveles pactan con la delincuencia organizada en vez de combatirla, mas nunca se había presumido tanto como con la actual administración federal. Por ejemplo, con Calderón hay la suspicacia de que su secretario de Seguridad, García Luna, tenía fuertes nexos con los narcotraficantes, pero al mismo tiempo existe una especie de confianza hacia el expresidente por la famosa “guerra contra el narco” llevada a cabo en su administración.
Peña Nieto fue cuestionado por la ola de inseguridad que se desató en su sexenio, pues parecía que volteaba hacia otro lado ante el incremento de la violencia en el país, pero durante su gestión se detuvieron a varios capos ‘de peso’, incluido Guzmán Loera. Ahora, bajo el mandato de López Obrador, tanto la violencia como la impunidad han aumentado drásticamente en poco más de tres años de administración. Y no sólo eso, sino que la actitud del Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas ante esta situación, pareciera favorecer a los delincuentes.
Tenemos varios ejemplos de lo anterior, como aquél significativo saludo que realizó el presidente a la madre del narcotraficante más peligroso que nuestro país ha exportado, “El Chapo” Guzmán. Incluso hace unos días (tres antes de las recientes elecciones), el ejecutivo federal volvió a defender ese saludo y reiteró: «si me encuentro a una persona mayor, como la mamá de Guzmán Loera, la saludo y no tengo ningún problema de consciencia». También está el hecho de que públicamente ha defendido el actuar de los criminales, justificando que es por falta de oportunidades que se dedican a delinquir y que no debe haber ‘mano dura’ contra ellos, esto representado con el famoso “abrazos, no balazos”.
Resulta por demás preocupante que esa sea su actitud contra personas que se dedican a lastimar a la sociedad con asesinatos, secuestros, extorsiones, asaltos, etc, pero que cuando se trata de personas de bien exigiendo que cumpla con su trabajo, los tache de ser adversarios. Ataca todos los días a periodistas, colectivos, asociaciones civiles, madres y padres de niños con cáncer, familiares de desaparecidos y demás sectores de la sociedad civil, pero cuando se le cuestiona por la incesante violencia en el país, la respuesta siempre es débil, escueta y cínica; «también cuidamos a los criminales, son seres humanos», se atrevió a decir hace algunas semanas.
Van 122 mil 231 asesinatos en tres años de la administración de López Obrador, para ponerlo en perspectiva, durante todo el sexenio de Peña Nieto se registraron 74 mil 737, y con todo y la “guerra” en el periodo de Calderón, hubo 53 mil 319, pero además de eso, la diferencia en las actitudes también cuenta y mucho, pues hasta hoy, no existe registro de algún otro presidente que se preocupara tanto por cuidar la integridad de los delincuentes a quienes no les importa la integridad misma de las personas que sí respetan y cumplen la Ley. Por eso la duda es legítima y la preocupación es fuerte, ¿quién gobierna en México?...
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