El administrador apostólico, Monseñor José Trinidad Zapata, lamentó las recientes resoluciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sobre el Código Penal de Coahuila y la Constitución de Sinaloa, con las que se despenaliza el aborto, ya que dijo, “no cumplen con el requisito de justicia para todos los mexicanos, pues son una pena de muerte para muchos concebidos indefensos a quienes muchas madres van a estar en posibilidad de negarles la entrada al banquete de la vida”.
Mediante comunicado dominical, aseveró que los verdaderos discípulos de Cristo están a favor de la vida de todo ser humano, desde el momento de la concepción hasta su fin natural, especialmente de los más indefensos e incluso de los que no están a favor de ellos, como es el caso de sus propias madres.
“El asesinato del aborto lo podrán hacer legal, pero no es moral. El aborto para nosotros los cristianos siempre ha sido un crimen y lo seguirá siendo tan es así que hay una pena de excomunión para quien lo procura y éste se consuma, siempre y cuando haya habido los agravantes de conocimiento, edad y libertad, es decir que tengan conocimiento de que existe la pena, que se cuente con la mayoría de edad y la libertad para hacerlo”, expresó.
Dijo que los ministros de la SCJN han cambiado las leyes, pero la Iglesia no puede cambiar su doctrina, por lo que la vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción.
“Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida. La Corte ha pasado por encima de la constitución, pero la iglesia no puede pasar por encima del evangelio”.
Precisó que para la Iglesia el derecho a la vida es fundamental y universal y es el que hace posibles otros derechos.
Además, ante la disyuntiva de estar a favor de la vida o a favor de la cultura de la muerte, están a favor de Dios, a favor de la vida, a favor de la paz y de la justicia para todos, especialmente los más indefensos, es decir los concebidos no nacidos.
“En la situación en la que nos encontramos estamos llamados a asumir el evangelio de Jesucristo y a definir nuestra fe en los principios que se derivan de ella. Este es un momento en el que debemos preguntarnos ¿a quién queremos servir?, ¿a Jesucristo que quiere llenarnos de vida en abundancia en este mundo y después darnos la vida eterna o al príncipe de este mundo, el mentiroso y asesino que quiere nuestra ruina?”.