El domingo siguiente a la solemnidad de la Navidad, celebramos en la liturgia de la Iglesia católica la fiesta de la Sagrada Familia de Nazareth. Esta celebración es una ocasión propicia para reflexionar brevemente sobre la familia.
No podemos negar que mucho de lo que somos se lo debemos a nuestras familias. La familia nace con el matrimonio entre un hombre y una mujer, es un tesoro que debemos cuidar, es el lugar donde se aprende a vivir con los demás y se nos enseña el valor de la pertenencia. Todo el que ha tenido el privilegio de crecer en una familia, sabe por experiencia las bondades y riquezas que ha recibido por el hecho de haberse desarrollado dentro de ella.
La Familia es una realidad maravillosa, la más bella y hermosa que se nos ha concedido en este mundo a nivel humano y natural. La familia es la “célula básica de la sociedad”, es además la “escuela más importante de la vida” y cuando se trata de la familia cristiana entonces se convierte en lo que llamamos “Iglesia doméstica”, es decir la Iglesia de la casa.
LA FAMILIA CÉLULA BASE DE LA SOCIEDAD. Así como el tejido del organismo está formado por varias células, así también la sociedad está compuesta por pequeños núcleos familiares. Y como el organismo es sano cuando sus células lo están, así también la sociedad está sana y sólida cuando las familias son moralmente sanas y sólidas. Por el contrario cuando la sociedad no tiene familias sanas entonces enfrenta una grave enfermedad que amenaza su existencia.
LA FAMILIA ES LA ESCUELA MÁS IMPORTANTE DE LA VIDA. En la familia es donde aprendemos las nociones fundamentales de la convivencia humana y de la civilidad. Allí asimilamos los comportamientos más importantes como el amor, la comprensión, la tolerancia, el perdón, el diálogo, el espíritu de sacrificio, la honestidad, el sentido del deber, el respeto por la palabra dada, el amor al trabajo, la responsabilidad, el respeto, etc. Cuando una familia descuida estas enseñanzas, estamos ante una familia que ha fracasado en su misión y como consecuencia causa daños irreparables en relación con sus hijos. Si uno no aprende a vivir ciertos valores en familia difícilmente los aprenderá fuera de ella.
LA FAMILIA IGLESIA DOMÉSTICA. Junto a los valores humanos ya señalados, cada familia está llamada a transmitir también los valores religiosos. La religiosidad es un componente fundamental en la persona. Los padres son para los hijos los primeros educadores en la fe y la práctica religiosa. Se trata de enseñar a los hijos a conocer a Dios, a practicar la oración, observar los mandamientos divinos y a frecuentar la Iglesia. Esta tarea de los papás es insustituible.
Sin embargo, no obstante todas estas bondades de la familia, observamos y lamentamos que la institución familiar es una de las instituciones que más está siendo atacada y amenazada en la actualidad. La familia es agredida por el permisivismo moral, por las consecuencias desastrosas que sufren los hijos cuando los padres se separan o se divorcian, por la difícil situación económica que pesa sobre los padres ante la falta de oportunidades de trabajo, por la violencia imparable que está dejando muchos hijos huérfanos.
A esto se agregan algunas iniciativas políticas que le apuestan a la desintegración de la familia, a las políticas antivida o a iniciativas que quieren quitar el derecho de los padres a la educación de sus hijos, todo eso es un ataque contra la familia. El estado debería ser el protector principal de la familia pues ella es un aliado natural en la construcción del tejido social.
En Veracruz estamos terminando un año muy difícil para las familias. No se comprende ¿por qué debemos endeudarnos más?, ¿por qué no funcionan las estrategias de seguridad? Por qué no bajan los índices delictivos, ni paran los secuestros, ni las extorsiones, por qué hay desabasto de medicamentos y por qué hubo subejercicios habiendo tanta necesidad de infraestructuras, de servicios de salud y espacios educativos? A un año de administración gubernamental ya nadie se cree los pretextos de echarle la culpa al de atrás. Se necesitan resultados y las familias veracruzanas lamentablemente no lo están viendo ni viviendo.
Este último mes del año debió haber servido para evaluar y confrontarse con la cruda realidad que estamos viviendo, ojalá el año que se aproxima lleguen cosas nuevas para que el proyecto de la transformación sea una realidad para todos.
Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Director
Oficina Comunicación Social
Arquidiócesis de Xalapa