Los días que van del 16 al 24 de diciembre constituyen un novenario de preparación inmediata para la fiesta ristiana de la Navidad, cuya centralidad es el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios que asumió nuestra condición humana. Durante este novenario celebraremos las tradicionales posadas, se trata de una bella oportunidad para contemplar el misterio de la encarnación del Hijo de Dios, así como el ambiente y el contexto donde sucedió.
Las posadas forman parte de una hermosa tradición cristiana iniciada desde el periodo de la colonia que nos dispone interna y externamente para la celebración de la noche buena. Llamamos noche buena a la noche en que celebramos el nacimiento del Hijo de Dios, se trata de la noche en que los ángeles cantaron el “Gloria a Dios en las alturas y paz a los hombres de buena voluntad”.
Para comprender el sentido cristiano de las posadas debemos leer el capítulo segundo de San Lucas. Ahí se nos narra que César Augusto ordenó un censo para que los habitantes de aquellas regiones acudieran a empadronarse a sus ciudades de origen. Por eso San José y su esposa la virgen María, quien estaba encinta, subieron a empadronarse desde Galilea, en la ciudad de Nazareth, a Judea, a la ciudad de Belén, por ser él de la casa y familia de David (Cfr. Lc 2, 1-5). Fue en Belén donde a María se le “cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el albergue” (Lc 2, 6).
Estos datos bíblicos son contados también de forma popular en los versos que se cantan durante las posadas. En forma magistral y admirable el que compuso los versos de este canto, hace hablar a San José, esposo de María para pedir posada. Durante el canto se manifiestan las dificultades de los peregrinos para encontrar alojamiento. Se revela su identidad y sus orígenes. Ella es “esposa, es reina del Cielo, madre del Divino Verbo, es la virgen pura, la hermosa María”. Él es José, viene de Nazareth, es carpintero y esposo de la Virgen María.
Las resistencias del dueño de la casa para no dar hospedaje, obligan al peregrino a invocar razones teológicas como “Dios se los premiará”, a final de cuentas quien pide posada es “La Reina del Cielo” y “madre del Divino Verbo”. El canto se cierra con un descubrimiento de parte del dueño de la casa: “entren peregrinos, no los conocía”. Se pasa del rechazo a la acogida, del desconocimiento a la revelación y reconocimiento de la madre de Dios.
Las posadas son una bella ocasión para vivir algunos aspectos importantes de la vida cristina. En ellas se escucha la Palabra de Dios que nos narra los momentos previos al nacimiento de Jesús. Se tiene ocasión para hacer un momento de contemplación y de oración, pues según las estaciones que se vayan celebrando, se da la ocasión para poner en las manos de Dios diversas necesidades. Las posadas permiten vivir la experiencia de comunidad, sea porque los feligreses se reúnen en el templo parroquial o las capillas, o porque las familias aprovechan la ocasión también para reunirse en la casa o en algún lugar.
Durante las posadas se viven verdaderos momentos de humanidad. Hay lugar para la convivencia, para la caridad y para vivir la solidaridad. Normalmente las posadas permiten compartir los tradicionales envueltos, algunos alimentos y bebidas calientes.
Muchas veces en las posadas hay también piñatas, y si es la estrella de siete picos, da la oportunidad para hacer una lectura de fe. “Cada pico representa un pecado capital que con sus vivos colores seduce al alma para apartarla de Dios y llevarla al pecado. La persona con los ojos vendados, representa al creyente que con la fe, vence al pecado recuperando el don sobrenatural de la gracia, representada por la caída de frutas y dulces”.
Todos estos momentos producen la experiencia de encuentro, el sentimiento de la alegría y el gozo de convivir por un momento con los demás. Son momentos que favorecen la
unidad, la armonía y el acercamiento con los demás.
Que el periodo de las posadas nos lleven a una mejor preparación de la navidad, nos permitan contemplar el nacimiento de Jesús mediante la escucha de la Palabra de Dios, la oración, la experiencia de compartir y de vivir momentos de una sana alegría.
Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Director
Oficina de Comunicación Social
Arquidiócesis de Xalapa