“Ando a ciegas, yo lloro, Dios sabe lo que tengo en mi corazón y pasen años, nunca voy a olvidar a mi hijo, tengo otros hijos, si tengo otros hijos, pero nadie va a ocupar el lugar de mi hijo… haz de cuenta que yo ando muerta en vida, yo nada”, expresó con dolor doña Reyna, madre de un desaparecido.
Tristeza, lágrimas, lamentos, olor a muerte y esperanza, se respira al llegar a las instalaciones de la Dirección de Servicios Periciales de esta ciudad capital.
Decenas de familiares acuden a identificar a través de fotografías, ropas, credenciales y objetos que fueron hallados en pasados días, en las inmediaciones del municipio de Alvarado.
Doña Reyna, proveniente de Poza Rica, espera durante horas sin comer, ni tomar agua, el momento de ingresar a la sala donde le mostrarían lo encontrado… con la ilusión de tener una respuesta del paradero de su hijo.
“Es difícil que ni a mi peor enemigo le deseo que le pase esto, lo que me está pasando a mí y así como yo, más están así”.
Luis Javier Hernández, de ocupación albañil, desapareció el 20 de noviembre de 2011 y tras casi 7 años, su madre y hermanos no se han detenido y no lo harán hasta encontrarlo.
Otro caso similar es el de Armando de Jesús Dauzón, desaparecido desde hace casi 5 años, quien se desempeñaba como agricultor.
Don Benito Dauzón, padre de Armando de Jesús, no pierde la esperanza de algún día poder encontrar a su hijo para poder abrazarlo y decirle una vez más que lo ama.
“Pues vengo con la ilusión de que me digan que no, porque yo tengo la esperanza de que me digan de que él está vivo, pero ya también descansar sabiendo si está con Dios o él está vivo”.
Así como ellos, se espera que día con día acudan cientos de personas a reconocer lo hallado, con la fe de encontrar una señal de vida o muerte de su ser querido.