Como cada año, la Iglesia Católica se prepara durante cuarenta días (Cuaresma) para celebrar la Pascua de Jesús.
Se trata de un tiempo de gracia y de misericordia donde
somos invitados al arrepentimiento y a la conversión para volvernos a Dios con todo el corazón y con toda nuestra vida.
Este periodo dio inicio con el Miércoles de Ceniza y terminará por la mañana del Jueves Santo. Es un tiempo de reflexión, de penitencia, de renovación espiritual; un
periodo que nos dispone a participar en el Misterio Pascual.
En su mensaje cuaresmal, el Papa Francisco reflexiona sobre una frase del evangelista San Mateo que ilustra muy bien la realidad que estamos viviendo y que es un verdadero desafío para toda persona: “Al crecer la maldad, se enfriará la caridad en la mayoría” (Mt24, 12).
Todos somos conscientes de que vivimos tiempos difíciles; el tejido social está seriamente dañado y los problemas que nos afectan son multifactoriales; las manifestaciones de violencia no conocen límites ni fronteras; vivimos épocas de luto, “nuestra patria está dañada por la violencia y dispersa por el miedo y la inseguridad”.
Nuestra patria ocupa los primeros lugares en muchos aspectos negativos. No podemos vivir así y ese no puede ser jamás nuestro destino.
Lamentamos que algunos falsos profetas se aprovechen, como dice el Papa Francisco, de las emociones humanas “para producir esclavos y llevarlos a donde quieren”. He aquí parte de las descripciones del obispo de Roma: “¿Cuántos hijos de Dios se dejan fascinar por las
lisonjas de un placer momentáneo, al que se le confunde con la felicidad?”, “¿Cuantos viven como encantados por la ilusión del dinero?, que los hace en realidad esclavos del
lucro o de intereses mezquinos”, “¿Cuántos son los jóvenes a los que se les ofrece el falso remedio de la droga, de unas relaciones de usar y tirar", de ganancias fáciles pero deshonestas?”, “¿Cuántos se dejan cautivar por una vida completamente virtual, en que las relaciones parecen más sencillas y rápidas pero que después resultan dramáticamente sin sentido?”, “Estos estafadores no sólo ofrecen cosas sin valor sino que quitan lo más
valioso, como la dignidad, la libertad y la capacidad de amar”.
¿Cómo es que se enfría la caridad? Se pregunta el Papa Francisco: “Lo que apaga la caridad es ante todo la avidez por el dinero, «raíz de todos los males» (1 Tm. 6,10); a
ésta le sigue el rechazo de Dios. Todo esto se transforma en violencia que se dirige contra aquellos que consideramos una amenaza para nuestras «certezas»: el niño por nacer, el anciano enfermo, el huésped de paso, el extranjero, así como el prójimo que no corresponde a nuestras expectativas”. El enfriamiento de la caridad es la raíz de la cultura de la muerte que estamos viviendo.
El Papa Francisco se refiere también a la creación y a las comunidades cristianas.
También la creación sufre este enfriamiento de la caridad: “La tierra y los mares se están envenenando a causa de la contaminación… los cielos se ven surcados por máquinas que
hacen llover instrumentos de muerte. El amor se enfría también en nuestras comunidades".
En Evangelii Gaudium, números 76-109, Francisco describió las señales más evidentes de esta falta de amor: “La acedia egoísta, el pesimismo estéril, la tentación de aislarse y de entablar continuas guerras fratricidas y la mentalidad mundana”.
Esta es la realidad que nos toca vivir en esta época y la vida cristiana está llamada a ser, con la ayuda de la gracia divina, sal que dé sabor a la existencia y una luz portadora de esperanza. El cristiano lleva dentro de sí semillas de trascendencia que debe hacer germinar porque su horizonte no se agota con las realidades de este mundo.
A esto nos referimos cuando decimos que la Cuaresma nos dispone para participar en el misterio pascual de Cristo.
Estamos llamados a ser mensajeros de esperanza y portadores de la vida de Cristo.
En este tiempo de cuaresma, la Iglesia busca llevarnos hacia el encuentro con Dios para renovarnos y fortalecer nuestra comunión con él. En la Cuaresma, es Cristo mismo quien a través de su Palabra, nos invita a cambiar de vida para ser mejores discípulos. La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras buenas, acciones que invariablemente transforman primero nuestra propia vida y luego la vida de nuestros pueblos y comunidades.
Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Director de la Oficina de Comunicación Social de la Arquidiócesis de Xalapa.