Don Gelo, un hombre de 61 años de edad, quien caminó todos los pueblos de Tabasco junto al hoy Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador como su asistente, chofer, gestor, logística y organizador de eventos, hoy vive de la venta de flores, porque a pesar que buscó a su paisano cuando por fin ganó la Presidencia, la Cuarta Transformación aún no le hace justicia.
Sin embargo, dice que no pierde las esperanzas de ser llamado para sumarse al gobierno federal.
Parado en el circuito de la ciudad deportiva de Villahermosa, donde desde hace 10 días se colocó a vender girasoles, José Ángel Gerónimo Jiménez relató que fue en 1980 cuando coincidió con López Obrador en el Instituto Nacional Indigenista (INI), organismo que fue la punta de lanza del ahora Presidente, cuando empezó su lucha social.
“Yo estudié la carrera de nutrición, hace muchos años empecé a trabajar aquí en el Instituto Nacional Indigenista, y estaba a cargo de un programa que se llamaba Albergues Escolares Indígenas”, detalló.
La misma vocación. En una plática con EL UNIVERSAL, don Gelo relató cómo fueron los primeros años cuando conoció a López Obrador, dice que ambos tenían la vocación de ayudar a los demás heredada por sus padres, pero también les gustaba la política.
Añade que por eso se sumó a la campaña del entonces candidato a la gubernatura, Enrique González Pedrero, quien posteriormente lo hizo dirigente estatal del PRI, cargo que el hoy Presidente aceptó porque tenía la idea de democratizar a este instituto político, pero no pudo, porque las cúpulas se lo impidieron.
“Entonces él ya como presidente estatal del PRI me invita, y me voy con él; colaboramos en la dirigencia estatal de ahí por motivos de que estábamos queriendo democratizar el partido mediante asambleas públicas, [pero] como que le molestó a cierta gente del sistema político tabasqueño y le pidieron la renuncia a López Obrador, y ahí renunciamos junto con él 65 personas quienes éramos funcionarios o dirigentes municipales del tricolor”, explicó.
Pero no se cansó ni lo dejó solo, siguió caminando con él, y en 1988 compitió por la gubernatura pero no la ganó, y dice que aún con las limitantes económicassiguieron caminando, recorriendo todo el estado, en busca de la conformación de un nuevo partido político, que con el paso del tiempo sería el PRD.
“En ese tiempo no podríamos decir qué éramos, porque éramos tan pocos que al mismo tiempo eres el particular, asistente, el gestor, el chofer, el que se hacía cargo de la organización de los eventos, de logística, eras todo, porque éramos contados con los dedos de la mano los que realmente estamos involucrados en el proyecto de López Obrador. Nosotros le dijimos vamos contigo hasta el final, y así fue”, cuenta don Gelo, mientras ofrece la decena de girasoles en 120 pesos.
Recuerda la campaña para gobernador, los éxodos por la democracia hacia la Ciudad de México y los recorridos en todos los pueblos; sin embargo, a don Gelo le llegó la crisis y se tuvo que ir a trabajar a Cancún, Quintana Roo, pero nunca perdió contacto con López Obrador.
A su regreso de Cancún, ya con solvencia económica se volvió a sumar al movimiento.
“La penúltima vez que hablé con Andrés antes de triunfara en las elecciones le dije que con él yo iba a estar hasta el final”, recuerda con melancolía.
Detalla que el entonces candidato de Morena le señaló que lo sabía. “Me dijo, porque él me dice como muchos que me conocen, Gelo, ‘lo sé Gelo, lo sé’”, cuenta.
Sin dejar de ofrecer las flores recuerda los recorridos por los pueblos y comunidades de Tabasco, donde la misma gente les preguntaba cómo le hacían para sus gastos, y ellos sólo respondían que con la ayuda de todos los ciudadanos estaba vivo el movimiento.
No pierde la esperanza. Don Gelo relata que “pasadas las elecciones, tuve la oportunidad de ir a visitarlo a las oficinas provisionales que tenía ya como Presidente electo, en la calle Chihuahua, en la colonia Roma de la Ciudad de México, y le dije que la había ido a ver con el fin de saber si iba a haber alguna oportunidad de trabajo, no me dijo que no, me dijo que yo le diera chance”.
Sin embargo, han pasado nueve meses desde que Andrés Manuel López Obradorasumió la Presidencia de la República y no lo ha llamado, pero dice que lo entiende, porque sabe que está ocupado atendiendo los problemas del país, por lo que no pierde las esperanzas de que le llegue la llamada Cuarta Transformación, en tanto eso sucede, seguirá vendiendo flores en un local que puso cerca del centro de la ciudad.
“Pues no es que no nos llegue, a lo mejor todo tiene su tiempo, ni antes ni después, a lo mejor a mí no se me ha dado la oportunidad. Yo siempre he tenido la esperanza de que tarde o temprano las cosas se van a dar, estamos en espera, mientras tenemos que buscar la manera de luchar y seguir trabajando”, afirma don José Ángel Gerónimo Jiménez, militante y consejero nacional de Morena.