La joven se rompió un brazo al caerse. Su agresor bajó del auto, la golpeó con un leño y se la llevó a su casa, aislada en el campo.
"Cuando me desperté estaba desnuda, sentada y atada en un sillón, en una casa vieja", explicó la joven al diario Kronen Zeitung.
Su secuestrador la obligó a beber alcohol e intentó ahogarla, y luego la metió en una bañera llena de agua fría, añadió.
La mujer se dio cuenta que el hombre cultivaba numerosas orquídeas. Empezó a elogiar las flores. Su agresor, al principio "lleno de odio", empezó a "suavizarse conmigo" y le explicó su pasión por la jardinería y su dura infancia.
La joven consiguió finalmente que su secuestrador la liberara y la condujera a casa, sin olvidar su bicicleta.
La policía consiguió, gracias a los datos del GPS de la bicicleta, localizar la escena del crimen.
El hombre, de 33 años y con problemas mentales, fue detenido, y ahora la policía investiga si estaría involucrado en otros secuestros no dilucidados.