Sandra es madre de tres hijos. En estos días está más preocupada por el menor de siete años, quien estudia la primaria y hoy inicia clases.
Ellos no tienen televisión, computadora ni dinero para contratar datos en su teléfono móvil. Muchas veces, dice, no les alcanza ni para comer.
A pesar de que su hijo es el único que está en condiciones de estudiar, para ella “será un calvario el regreso a clases virtuales”.
Sandra se quedó sin empleo desde marzo, cuando el negocio de hamburguesas en el que trabajaba tuvo que cerrar a causa de la pandemia provocada por el Covid-19.
La mujer platica que sus pocos ahorros los utilizó para que sus hijos comieran y para que su pequeño accediera a internet y así pudiera terminar el ciclo escolar pasado.
Ella consiguió algunos trabajos limpiando casas y lavando y planchando ropa, pero por las medidas sanitarias “la gente tenía miedo de meter a desconocidos a sus casas”.
Hasta hace un par de semanas Sandra logró que una familia la contrara como empleada doméstica, lo cual le ha dado un respiro, aunque, asegura, sólo le alcanza para vivir.
La mujer asienta con la cabeza y por momentos voltea a ver sus escasos muebles, entre ellos, un colchón viejo detenido con huacales de madera.
Dice que por más que le da vueltas no sabe qué va a hacer para que su pequeño pueda tomar las clases.
Dice que por más que le da vueltas no sabe qué va a hacer para que su pequeño pueda tomar las clases.
Agrega que en la escuela de su hijo les pidieron 400 pesos para “mantenimiento del plantel y las copias de la guía de estudios”. Para la madre de familia ese gasto simplemente se sale de su presupuesto.
Finalmente, dice que por el horario de las clases no hay manera de que pueda dar apoyo a su hijo, pues o trabaja o lo ayuda a estudiar.