En el momento de la redacción de este texto, la Organización Mundial de la Salud reporta un total de 19,187,943 casos confirmados y 716,075 decesos por covid-19. Si bien el número de contagiados ha aumentado exponencialmente, la tasa de letalidad a nivel global ha decrecido considerablemente, situándose ahora alrededor del 3.75%. Ello responde a un mayor conocimiento del virus, nuevos métodos y medicamentos en el tratamiento de los pacientes más graves y a un debilitamiento del virus sobre el cual hoy los científicos especulan.
Desafortunadamente, el caso mexicano no es halagüeño. Mientras una parte importante de la clase política e intelectual dedica su tiempo a criticar el desempeño de Hugo López-Gatell, se han registrado 475, 902 casos y más de 52 mil muertes, lo que se traduce en una tasa de letalidad cercana al 11% (casi 3 veces mayor a la media global) La politización de la tragedia nacional a manos de los gobernadores de la oposición es el reflejo de una polarización que poco abona a resolver la crisis por la que atraviesa el país.
Sin embargo, el gobierno federal parece no dar tregua con sus mensajes entusiastas que poco encajan con la evidencia. Mientras AMLO asegura “México no ha sido tan golpeado”, los números desmienten el mensaje del presidente, se engrosan las filas del desempleo y los negocios cierran.
Por otro lado, recordemos que tres de las principales entidades federativas del país en términos del PIB –Nuevo León, Jalisco y el Estado de México– son gobernadas por la oposición. De allí la exhortación a sus gobernadores (Enrique Alfaro, principalmente) de dejar la politiquería y de redoblar la colaboración con las autoridades sanitarias federales. El empeoramiento de la crisis sanitaria en Jalisco poco ayudará a las aspiraciones presidenciales del jalisciense
El covid-19 ha puesto de cabeza al mundo, no únicamente desde el punto de vista sanitario y económico, sino en las estrategias de comunicación de los gobiernos y en las formas de ejercer su autoridad. La apuesta de México debe dirigirse a la articulación de esfuerzos transversales, estados y federación, que permitan paliar –si no aliviar– los estragos económicos de la enfermedad.