Casarse con su amada Carmen, esa fue la última voluntad de Juan Antonio, quien ya agonizaba en el Hospital General de Zacatecas. De inmediato, esta petición se reportó a la asociación Hay Vida en mis Sueños y en poco tiempo se logró hacer todo el protocolo para que ante el sacerdote ambos se dieran el “sí acepto”, dos horas más tarde él murió con una sonrisa junto a su esposa.
Bertina Ponce Villalobos, presidenta fundadora de esta asociación, comenta que Juan Antonio, de 33 años de edad, padecía de cáncer y amaba a Carmen, de 32 años, su pareja con quien vivía en unión libre desde hace cinco años, pero por diversas razones no se habían podido casar.
Sin embargo, menciona que en esta ocasión que fue internado en el hospital su estado de salud se fue agravando, por ello cuando quizá él sentía que el cáncer podía ganarle la batalla, manifestó su deseo de casarse con Carmen, su gran amor.
De inmediato, el personal médico le notificó a Bertina la situación de Juan Antonio, ya que ella es una benefactora muy conocida en Zacatecas, que constantemente cumple sueños a las personas con enfermedades terminales, principalmente a los niños. Así que, con la ayuda de Laura Lucía Infante, miembro de la Asociación Hay vida en mis Sueños, se preparó la boda en dos horas.
Se llevó al sacerdote, se gestionó la documentación oficial de los contrayentes, se compraron las arras, anillos y lazo, así como el vestido blanco de encaje, aretes de perla y llamaron a Cristy, una de las estilistas benefactoras de esta asociación, para que arreglara rápidamente a Carmen.
Al llegar con todo al hospital, prepararon rápidamente a la novia: “¡Quedó hermosa!, exclama Bertina.
Cuando ella entraba al cuarto de hospital, en ese instante Juan Antonio vomitaba sangre, pero se alegró cuando vio entrar a Carmen vestida de novia: “Volteó a verla y alcanzó a levantar su dedo pulgar en señal de aprobación, diciéndole con la última sonrisa que la veía con su alma, bella, como lo soñó”, relata Bertina.
Inició la ceremonia se dieron el “sí acepto”, pero dos horas después, Juan Antonio dedicó el último suspiro a su amada esposa.