El Partido de la Revolución Democrática (PRD) eligió como dirigente nacional a Manuel Granados Covarrubias y a Ángel Ávila Romero como secretario general.
Luego de una mesa de negociación que duró más de cuatro horas entre las principales corrientes internas, se decidió optar por la opción “más sólida”, según Héctor Serrano, exsecretario de Movilidad del Gobierno de la Ciudad de México.
A pesar de contar con una militancia perredista, su trabajo ha sido principalmente como operador político de Miguel Ángel Mancera, jefe de Gobierno de la CDMX.
Conocido como un “cabildero” con experiencia, Manuel Granados fue apoyado por las corrientes de Alternativa Democrática Nacional (ADN) y Vanguardia Progresista.
En las primeras horas del sábado Miguel Alonso Raya se perfilaba como el sucesor de Alejandra Barrales con el apoyo de Nueva Izquierda, Iniciativa Galileos y Foro Nuevo Sol.
En su primer mensaje como dirigente nacional del PRD, Granados dijo que para sacar adelante al país no será con “recetas mesiánicas”.
Ni recetas mesiánicas que rayan en la soberbia ni imposiciones nobiliarias de viejas nomenclaturas. No a la polarización del país, no al liberalismo”.
Y enfatizó: “Es momento de replantear la política de seguridad y combate al crimen. Es momento de escuchar a la ciudadanía que sea ha visto afectada por la rampante violencia de la última década.
Es momento de escuchar a las víctimas, a sus familias. Una amnistía no es la solución, se deben explorar alternativas que dentro de nuestro marco jurídico sirvan para disminuir los índices de violencia y criminalidad. No al narcoestado”.
Granados Covarrubias tuvo su primer acercamiento con Miguel Ángel Mancera en 1994 cuando a recomendación de este último se incorporó como asesor de la Comisión de Derechos Humanos de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.
En una votación exprés y por unanimidad fue cómo la única fórmula registrada se presentó como un ejemplo de la “unidad” que existe dentro de esta fuerza política.