La vida va tan deprisa que a veces olvidamos que somos simples humanos y no maquinas. El dialogo con nosotros mismos y la contemplación del mundo que nos rodea ya no interesa. Nos alejamos de nuestros miedos y sentimientos huyendo de la realidad al sumergirnos en la tecnología.
El teatro rompe con nuestras limitantes, las emociones son directas y sin filtro alguno, sin limitaciones. Es un mundo paralelo a la realidad pero que nos muestra la verdad de la misma. Es un espacio para analizar la conducta humana y presenta una puerta hacia nuestros pensamientos ocultos.