Xalapa es actualmente un gran semillero de arte circense. En sus parques y cruceros, tanto en el centro como en las periferias se aprecian diferentes técnicas de malabar, acrobacias o actos de clown que hacen que cada vez más jóvenes se interesen por estudiar y dedicarse al circo de forma profesional.
“Empecé el año pasado en Granada, España; luego llegué aquí a Xalapa porque me dieron una beca para estudiar Sociología, pero la calidad de arte circense que hay en Xalapa hizo que en verdad me diera cuenta de lo que me gusta y he dejado la carrera. Me quiero dedicar profesionalmente a esto”, cuenta César López Egea, mientras practica pases y acrobacia con Roberto y Jackson en el Parque de Los Berros. César estudiaba Sociología, pero en el malabar y arte circense encontró el sentido de su vida.
“Fue lo que me hizo darme cuenta de que el circo en general, porque también hago clown desde este año, he empezado muy duro porque nunca me había dedicado al 100 a algo que de verdad me guste, ahora me estoy dedicando muy duro. En Xalapa todo es de calle. Hay un nivel de calle impresionante, esta gente hace locuras. Te paras en tu coche en un semáforo y ves a alguien lanzando cuatro machetes al aire”, dijo.
Al encontrar su vocación, aseguró que se irá a la escuela de circo de Puebla o regresará a Granada a una escuela de circo.
Del malabar al arte circense
Como la mayoría de quienes hacen del arte de circo su pasión, Roberto Lara Apodaca comenzó con el malabar, luego de estudiar tres años en la Escuela Mesoamericana de Puebla la Licenciatura en Artes Escénicas y Circenses Contemporáneas ha llevado sus actos de circo a las calles de Europa y pretende abrir la primera escuela de arte circense en Xalapa.
“Más que verlo en inicio como quererme dedicar a las artes circenses fue por el malabar, empezó así la inquietud de aprender a dominar la técnica del malabar, conocer la teoría del malabar, después de un par de años empecé a decidir a querer dedicarle todo tiempo a aprender la técnica y perfeccionar. Al tiempo abren una escuela en Puebla, una Licenciatura de Artes Circenses, me fui a informar y me metí. Te enseñan todas las técnicas básicas de circo que es aéreo, equilibrios, estables, inestables, malabarismo, el arte del payaso, acrobacia, todo.
Hace como 15 años que se empezaban a ver talleres, el circo fuera de la carpa, empezabas a encontrar talleres de malabares, de equilibrios, pulsadas, verticales…empezó a tener mayor peso, después de esos 15 años a la fecha ya hay diplomados, en Guadalajara ya hay instalaciones de circo fuertes a nivel nacional donde hay un montón de artistas invitados a nivel internacional también.
He trabajado con amigos, con Jackson nos movimos a Europa a trabajar de una forma independiente de lo que hacemos, fuimos a trabar la calle, haciendo plazas, parques, shows a cooperación voluntaria y sí gusta, hay una buena respuesta. Estamos entregados a esto, es como nuestra vida ya, de alguna manera tiene que remunerar. Mi proyecto de vida es como abrir un colegio en Xalapa donde pueda enseñar técnicas de circo”, expone.
Hasta ahora no hay escuelas de artes circenses, sólo dan clases de telas o yoga en telas que dista del acto artístico del circo.
Arte, deporte y disciplina
Con una sola mano, Jonathan Jackson se sostiene en el aire boca bajo y sobre una barra de metal. Para dominar el equilibrio ha dedicado muchas horas de entrenamiento y, sobre todo, ha estudiado en diferentes perspectivas a la acrobacia.
“Somos artistas de circo, yo me formé en la Academia de Circo Demente en la Ciudad de México, hice un Diplomado de Arte Circense Contemporáneo. Llevo como 10 ó 12 años, profesionalmente como cinco o seis”, revela.
Cuenta que arte circense es el conjunto de varias disciplinas como el equilibrismo, la acrobacia, el malabarismo, las técnicas aéreas y el arte de la comicidad, del payaso.
“Es el conjunto de estas disciplinas conjuntadas en lo que podemos llamar circo, está cambiando el tipo de circo de revista, de variedades de números tras otros sin ilación entre sí, ahora el arte contemporáneo lo está conjugando en una interdisciplinariedad con la danza, el canto, la música para hacerlo orgánico como un espectáculo.
Hay muchos que lo ven como la forma artística y otros como la deportiva, existen esas dos partes dentro del malabar”, enuncia.
Roberto cuenta que ahora sólo practica alrededor de tres horas, pero mientras hizo la licenciatura le dedicó la tercera parte del día: “Le dedico al día tres horas, ahora ya es más tranquis, pero cuando estaba en la escuela era estar ocho horas ahí. Comes un rato, te llenas de energía con la comida y vuelves otro rato más. Pasabas días que estabas ahí nueve horas, es dedicarle como a cualquier arte el tiempo, como un músico o pintor, que adoptes el movimiento del cuerpo como algo natural, que no se vea tan técnico y puedas tener una expresión muy tuya.
Ha habido un crecimiento muy notable dentro de los malabares, con la llegada del Internet y you tube es más fácil conocer todo. Hay tiendas de malabares que antes no había, ahora es más fácil que la gente pueda adquirir sus instrumentos o juguetes y que se ponga a practicar o te acercas a un parque donde se reúnan y nada más te llevas tus juguetes. Malabaristas hay muchos, algunos lo ven como arte, otros como un hobbie. Son puras matemáticas, es bien interesante”.
Al hacer malabares se desarrollan los dos hemisferios del cerebro y se ejercitan los músculos del cuerpo.
“En los malabares debes manejar ambos hemisferios, despertar el lado derecho e izquierdo y manejarlos al mismo nivel para que cada truco o lanzamiento tenga un ciclo de ida y vuelta. Un malabarista que entrena la técnica completa debes manejar a la par los dos lados”, finaliza.