La Iglesia católica incluyó al martirologio este 15 de octubre de 2017, a tres nuevos mártires. Tres menores de edad originarios del Estado de Tlaxcala reconocidos por la ejemplaridad de su fe.
Como decía san Agustín: “No es el sufrimiento, sino la causa, lo que hace auténticos mártires; el mártir no defiende su vida sino su causa que es su convicción religiosa, su fidelidad a Dios y a sus hermanos y ésta se defiende muriendo”.
Los tres nuevos santos mexicanos murieron a causa de su fe. El evento se llevó a cabo en la plaza de San Pedro en el Vaticano, donde junto a otros 32 beatos, el Papa Francisco declaró canonizados a Cristóbal, Antonio y Juan, los Niños Mártires de Tlaxcala, asesinados por odio a la fe en México entre los años de 1527 y 1529.
Los tres nuevos santos mexicanos habían sido beatificados el 6 de mayo de 1990 en la Basílica de Guadalupe de la Ciudad de México, por San Juan Pablo II.
Los tres niños tlaxcaltecas fueron evangelizados por Franciscanos quienes les anunciaron la Buena nueva del Evangelio. Una vez convertidos al cristianismo, en el ámbito de sus familias y de sus comunidades, estos niños trataron de revertir la adoración de ídolos y otras costumbres paganas. Ahí fue donde dieron testimonio de su fe.
Cristóbal nació en Atlihuetzia, hijo de un cacique llamado Acxotecatl. Su educación cristiana la recibió de parte de frailes franciscanos que evangelizaron aquella zona. Una vez convertido al cristianismo y recibido el sacramento del Bautismo, buscó también la conversión de su familia y que abandonaran la adoración de los ídolos. Esto provocó el rechazo de su padre que no dudó en responder con ira ante su hijo.
A la edad de 12 años, como resultado de los golpes y quemaduras provocadas por su progenitor, Cristóbal murió y sus restos fueron enterrados en el antiguo convento de San Francisco, actualmente Catedral de Nuestra Señora de la Asunción de Tlaxcala.
Antonio y Juan nacieron en la localidad de Tizatlán. Ellos también fueron evangelizados por los franciscanos aunque más tarde continuaron con los dominicos.
Una vez convertidos también pretendieron erradicar la práctica idolátrica en su pueblo y los alrededores. Al ser descubiertos por los habitantes de un pueblo que estaban tratando de poner fin a la idolatría, los golpearon hasta matarlos.
Los tres niños mártires son testigos extraordinarios de la fe cristiana. Su ejemplo de fe anima a todos aquellos que hoy son también descalificados o agredidos por ser coherentes con los valores de su fe.
Ser creyente y confesarse practicante es hoy, en algunos lugares, objeto de burlas y descalificaciones siendo que existe también la libertad religiosa. Es decir el derecho que tiene cualquier persona a escoger un credo religioso y vivir los valores que eso implica.
Estos tres niños tlaxcaltecas se convirtieron al cristianismo durante los primeros años de evangelización en la Nueva España, por lo que son considerados los primeros mártires del continente americano.
Hoy invocamos su intercesión especialmente por aquellas personas que son continuamente agredidas, perseguidas o descalificadas por asumir un comportamiento coherente que se desprende de la doctrina de la fe que profesa. Santos Cristóbal, Antonio y Juan, ¡intercedan por nosotros!
Pbro. José Manuel Suazo Reyes, Director Oficina de Comunicación Social Arquidiócesis de Xalapa.