Las artesanas indígenas enfrentan una serie de problemas para poder comercializar sus productos, desde la discriminación por su condición de indígenas, falta de espacios adecuados para ofrecer sus productos y la inadecuada valoración de sus creaciones, señaló la mediadora comunitaria Gisela Hernández Muñoz.
“Lamentablemente la gente no valora el trabajo que hacen las artesanas, en parte porque desconocen el proceso, pero es triste que lleguen y les regateen el precio de sus productos, cuando cada pieza es única e implica una labor creativa de meses”.
Asimismo dijo que derivado de que existe un desconocimiento total, sobre la elaboración de prendas, así como del manejo de textiles, y elaboración de vasijas de barro, las personas que adquieren un producto único y de excelente calidad, demeritan el trabajo que estas mujeres artesanas elaboran.
De la misma manera apuntó que en el mercado se pueden encontrar productos de todo tipo, algunos incluso que parecen artesanales y que se ofrecen a un precio mucho más bajo, pero son prendas o artículos elaborados en China y otros países que imitan lo local, aunque no tienen la misma calidad.
Explicó que por ejemplo cada prenda de lana es un diseño único y refleja el sentir de su creadora, pues reflejan ahí sus emociones, y su elaboración puede tardar meses en lo que salen a buscar los materiales adecuados para el teñido, en donde hacen verdadera química; lo mismo que las alfareras de Atlahuilco, que salen a seleccionar la tierra, porque no toda es la adecuada.
Gisela Hernández Muñoz, apuntó que a través de estas muestras artesanales lo que se pretende es crear una interacción entre la sociedad y este grupo de mujeres, para que conozcan que no es nada sencillo, elaborar una prenda de textil o una pieza de barro y que su precio por el producto que compran sea justo.
La entrevistada explicó que el Proyecto Tlaltik, nace con la intención de ofrecer un espacio digno donde estas mujeres de la montaña, puedan exponer sus productos que elaboran con meses de anticipación y a su vez mostrar a quien los adquiere que son productos de calidad y con diseños únicos.
Por ello invitó a la población a que se informe sobre las artesanías que se elaboran en su región y conozca cuál es su proceso, lo que le ayudará a apreciar lo que le venden y a no regatear los precios de los artículos.
Agregó que además es complicado para las artesanas y artesanos encontrar espacios dignos para vender, porque no se les facilitan, por lo que normalmente lo hacen en un pequeño espacio sobre la banqueta o cargando sus productos de casa en casa.
De igual manera, apoyarlas con la compra de sus diferentes productos y coadyuvar con su economía familiar, recordando que estas mujeres viven del campo, de la siembra y lo que cosechan lo usan para su propio consumo.
Destacó que hace falta el apoyo de las instituciones para lograr el desarrollo artesanal y que se tenga la visión para dotar a estas personas de talleres en sus pueblos de origen para que cualquier pueda acercarse, aprender incluso su arte y así todo este saber se pueda preservar.