Para el vocero de la Diócesis de Orizaba, sacerdote Helkyn Enríquez Báez, el que el Congreso de la Ciudad de México aprobara que las terapias de conversión o Ecosig, que pretenden “reconvertir” a homosexuales en heterosexuales, sean consideradas como delito al atentar contra el libre desarrollo de la personalidad e identidad sexual, puede ser un arma de doble filo.
Apuntó que “si el objetivo de esta penalización es evitar la violencia hacia las personas es algo que podría considerarse adecuado, pero también tendría que pensarse si a través de esto pudiera hacerse una persecución, también de tipo ideológica que combina las convicciones de la ideología de género con la cuestión jurídica”.
La reforma define como terapias de conversión a “aquellas prácticas consistentes en sesiones psicológicas, psiquiátricas, métodos o tratamientos que tengan por objeto: anular, obstaculizar, modificar o menoscabar la expresión o identidad de género, cambiar la orientación sexual de una persona en las que se emplea violencia física, moral o psicoemocional, mediante tratos crueles, inhumanos o degradantes que atenten contra la dignidad humana”.
El sacerdote señaló que “esto es un riesgo porque estaría manifestando que es una ideología la que promueve la legislación y no el bien común, tienen razón en querer evitar la violencia, pero que las leyes no sean regidas por un orden ideológico”.
Cabe hacer mención que los Ecosig son “Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual e Identidad de Género” y son realizados a través de sesiones psicológicas, psiquiátricas, religiosas, pláticas, entre otras que tienen la finalidad de cambiar la orientación sexual, la identidad o la expresión de género de aquellas personas diferentes a “una heterosexualidad binaria cisgénero”.
De acuerdo a la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), la homosexualidad y transexualidad son una variación natural de la sexualidad humana, por lo que no pueden considerarse como enfermedades.