Familiares de Gerson Quevedo Orozco confirmaron que sus restos fueron encontrados entre los cadáveres rescatados de la fosa colectiva de Colinas de Santa Fe, en Veracruz, a donde fue lanzado por miembros de la delincuencia organizada, que lo mataron pese a recibir el pago del rescate.
Gerson fue secuestrado el 15 de marzo de 2014– cuando tenía 19 años de edad– en el municipio de Medellín de Bravo. Ese día, pese a que la familia pagó un rescate de 50 mil pesos, los secuestradores decidieron matarlo.
Su hermano Alan Enrique, de 15 años y jugador de futbol, y su cuñado Miguel Eliacim Caldelas Morales, de 25 años, decidieron ir a buscarlo, pero fueron atacados a tiros en medio de la carretera.
Después de recibir la noticia, la familia buscó el apoyo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) para confirmar que no recibirían los restos de otra persona. Fue hasta inicios de este mes cuando los forenses extranjeros confirmaron a la familia que los restos sí correspondían a Gerson.
Será este miércoles cuando la familia del joven secuestrado y asesinado reciban lo que las autoridades pudieron encontrar después de casi cuatro años de la tragedia.
Otro elemento que ayudó a la identificación fue el hallazgo de un anillo con el “Padre Nuestro” inscrito. “Era de poco valor, pero sabíamos que Gerson lo usaba”, dijo Michel Quevedo.
La joven relató desde algún lugar del país -donde ella y su familia se resguardan por el inminente riesgo de regresar a Veracruz- que hay tres personas detenidas por el caso.
Uno de ellos, Jaime Rafael Chinchurreta Callejas, ya recibió sentencia por el delito de secuestro tras ser detenido por casualidad mientras se investigaba un robo de celulares. Al ser ingresados sus datos, en abril de 2014, apareció vinculado al secuestro y desaparición del joven Gerson, además fue una de las últimas personas que le vieron con vida.
Se presume que su grado de participación en el delito fue de “poner” a Gerson con la célula del Cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) que encabezaba Lucina Ramón Quintana, “La Luci”, de 45 años, quien es la segunda detenida por este caso.
El tercero es Jesús Castillo Ramón, hijo de “La Luci”, quien supuestamente le ayudaba en los plagios mientras ella era la encargada de gestionar toda la logística, el cobro de rescates y las casas de seguridad para mantenerse alejados de la mirada de autoridades.
El pago del rescate por Gerson se efectuó en Plaza Cristal, en Boca del Río. Los captores primero habían pedido 80 mil pesos, pero finalmente aceptaron 50 mil, pues los movimientos se hicieron en fin de semana, cuando los bancos no laboran. También se incluyó una cadena de oro.
Ante el pago del rescate y la dilación de la liberación de Gerson, su hermano menor, Alan, y su cuñado, Miguel Caldelas, intentaron ubicarlo. Se movilizaron, en un auto Mazda 3 a un sitio señalado por Samuel Malachi Díaz, quien supuestamente sabía de una casa de seguridad de los secuestradores.
Sin embargo, en el trayecto fueron sorprendidos por los secuestradores que accionaron armas de grueso calibre contra el vehículo, que en total recibió 93 disparos de R-15; en su interior quedaron los cadáveres de Miguel Caldelas y Alan Quevedo, Samuel sólo obtuvo lesiones menores.
En esa refriega, el mismo día del secuestro, elementos de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), entonces dirigida por Arturo Bermúdez Zurita, abatieron a tres delincuentes que habrían sido los responsables del atentado contra el Mazda. Eso es algo que aún no ha sido aclarado.
La familia de Gerson dio a conocer que sus restos serán entregados en Veracruz y posteriormente organizarán un sepelio con algunas ceremonias religiosas en puntos indeterminados. “No queremos hacerlo público por el riesgo, quien nos llama ya se le informa en privado”, explicó la hermana del finado.
Destacó que tampoco buscarán que se queden en algún panteón de la ciudad. “A Veracruz ha no regresamos”, sentenció.
Tanto Michel como su mamá, Maricela Orozco, viven exiliadas desde el día de la desgracia. El funeral de Alan y Miguel Caldelas se celebró bajo un fuerte resguardo policial ante amenaza de muerte enviadas por supuestos emisarios de la delincuencia.
Maricela alguna vez contó que desde el funeral de su pareja y su otro hermano se tuvo que marchar de Veracruz, huyendo por carretera. Durante su escape se vio obligada a dormir en gasolineras o en la autopista.
En su drama conoció a los fundadores del colectivo María Herrera. “Ahora sólo pedimos justicia. Queremos justicia para nuestros seres amados, porque el juez que lleva el caso no quiere que los detenidos sean vinculados por delincuencia organizada”, expresó.
Explicó que pese a los intentos de la Procuraduría General de la República (PGR) para ejecutar órdenes de aprehensión por delincuencia organizada contra los tres detenidos del caso, “el juez lo rechaza. Dice que no hay delincuencia organizada”.
Lo legal es que se ejecuten esas órdenes para que sean trasladados a penales federales y que se dé con el resto de la banda, pues aún faltan personas por ser detenidas, puntualizó.