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AMLO y Biden hablan por teléfono
Ya hubo carta y llamada, en el orden incorrecto. Urge ahora una reunión presencial AMLO/Biden en Delaware. El canciller Ebrard debe buscarla
: Foto / SDPnoticias
SDPnoticias
Ciudad de México / 2020-12-20 - 07:32

El orden de los factores


Parecería que en la 4T piensan con lógica matemática. Creen que el orden de los factores no altera el producto. Pero en política internacional no hay propiedad conmutativa. El orden de los factores sí altera el producto. Primero fue la carta y luego la llamada telefónica. Debió haber sido al revés. Porque el tercer paso tendría que ser la reunión, en persona, entre el presidente electo Joseph Biden y el presidente de México Andrés Manuel López Obrador, antes del 20 de enero. Somos vecinos y aliados. Sería lo mínimo que debería ocurrir. Ojalá se logre.

AMLO y Biden hablaron ayer. Lo único que sabemos es lo que publicó el Presidente en Twitter, junto a una foto de AMLO, el canciller Ebrard y el gobernador de Yucatán.

La oficina de Biden dijo, en un comunicado, que ambos presidentes trabajarán en un “nuevo enfoque” para los temas regionales migratorios en Centroamérica.

Parecería un enfoque poco convencional para las llamadas entre presidentes de México y Estados Unidos. Pero ya sabemos que “las cosas ya no son como antes”. Pero, para evitar errores, problemas y sorpresas, siempre se siguen ciertos procedimientos en las llamadas entre jefes de estado o de gobierno. Hay mucho trabajo que hacer detrás del escenario. Seguramente el equipo del canciller Ebrard lo hizo. O tal vez lo hizo la embajadora Bárcena, que pronto se jubilará. No creo que haya sido el embajador designado (Esteban Moctezuma no cuenta todavía con el beneplácito del gobierno que lo recibe ni con la aprobación del Senado).

El arte de hablar por teléfono


Cuando se prepara una llamada como esta, el canciller y su equipo tienen que hacer la solicitud al equipo del presidente electo. Se tiene que proponer una agenda para la llamada y las razones para la misma; y luego definir el día y la hora. A los presidentes se les tiene que preparar una carpeta informativa antes de la llamada. Seguramente el designado consejero de Seguridad Nacional del presidente electo Biden se la preparó con los principales temas de la relación México-Estados Unidos. O a lo mejor solamente le pusieron la información básica, junto con dos o tres temas de conversación. También seguramente incluyeron en la carpeta la información personal del presidente de México y su familia.

Los presidentes no están solos en las llamadas. Alguien más, del equipo de Biden estuvo escuchando la llamada, junto con el o la intérprete y otros asesores. No hay espacio para aprendices o novatos cuando se trata de llamadas entre jefes de estado. Son llamadas seguras y sujetas a todas las pruebas para confirmar la fidelidad de los personajes. Seguramente el canciller Ebrard le preparó una carpeta muy completa al presidente de México para que la estudiara antes de la conversación.

En el caso de las llamadas entre los presidentes de México y Estados Unidos no puede haber espacio para errores, o bromas, como las anécdotas famosas sobre las trampas en las que cayeron el presidente del gobierno español Mariano Rajoy, el presidente Hugo Chávez de Venezuela, Fidel Castro y Evo Morales.

Reunirse antes del 20 de enero


Lo que esperaríamos ahora, después de la llamada, es que Ebrard y su equipo acuerden con el equipo del presidente Electo Biden una reunión presencial con el presidente de México antes del 20 de enero en Delaware, Estados Unidos.

Recordemos que tres semanas después de las elecciones, el 22 de noviembre de 1988, en Houston, Texas, se reunieron los presidentes electos de México y de Estados Unidos. Empatía, visión y voluntad definieron las bases para una nueva relación bilateral que se etiquetó como el “Espíritu de Houston”. Ahí se dieron a la tarea de idear un nuevo mecanismo que permitiera avanzar en las coincidencias y evitar que un tema (narcotráfico, petróleo, migración) contaminara el resto de la agenda bilateral.

Se vislumbraba ya el fin de la Guerra Fría y la caída del Muro de Berlín. Se estaba construyendo un nuevo orden internacional. El gobierno de México sabía que ante la atención de los inversionistas en Europa del Este, se requería “una gran idea” para la región de América del Norte. Así se fue pensando y diseñando el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. ¿El resultado? El comercio entre los tres países se cuadruplicó.

Hoy vivimos un momento parecido al de noviembre de 1988. Estamos ante el inicio de una nueva era en las relaciones internacionales: la pandemia, la recuperación económica, la confrontación entre Estados Unidos y China, la ambición de Rusia, el multilateralismo y el regreso de la diplomacia.

La agenda


El equipo del gobierno mexicano que prepare la reunión entre el presidente de México y el presidente electo de los Estados Unidos, en Delaware, podría considerar los siguientes diez elementos cuando estén elaborando la agenda de la reunión.

1.-

La aprobación y firma del TMEC reafirmó un compromiso con el libre comercio en América del Norte. El TMEC es un ancla fundamental para México. Por una parte, asegura acceso al mercado de consumo más grande del mundo; pero por la otra, y más importante, mantiene las políticas de liberalización de comercio, eliminación de aranceles y barreras no arancelarias.

2.-
Las políticas de integración económica han permitido establecer cadenas de suministro transfronterizas. Se puso un candado a las políticas de mercado abierto para que fueran permanentes, predecibles y para que el ambiente de inversión tuviera reglas claras. Los gobiernos tienen ahora que implementar el TMEC y cumplir tanto la letra como el espíritu.

3.-
El TMEC fortalece a América del Norte y provee certeza a los negocios. El TMEC, la proximidad geográfica y la naturaleza complementaria de las tres economías hacen de América del Norte una opción atractiva para las empresas globales.

4.-
Hay dos elementos que hacen al TMEC todavía más valioso: la pandemia y la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Las compañías globales están buscando disminuir el riesgo y mover la producción más cerca de los consumidores. La geografía es fundamental.

5.-
Debemos avanzar hacia una comunidad integrada, competitiva en América del Norte y entender los beneficios de permanecer unidos como región. Tenemos que proteger la idea de una América del Norte fuerte por sus economías de escala, inversiones confiables, más empleos, menos desigualdad.

6.-
Los gobiernos deben armonizar las regulaciones, fortalecer el estado de derecho, desarrollar el capital humano, mejorar los cruces fronterizos, evitar las sorpresas. Es una visión que potencia nuestra región. La interdependencia y reciprocidad fortalecen las cadenas de valor y aumentan la competitividad.

7.-
Necesitamos mejores canales de comunicación entre los sectores público y privado, promover y asegurar un ecosistema de inversión seguro, estable. Los muros, amenazas y hostilidad entre los países no nos llevan a ningún lado.

8.-

Es importante construir un esquema de prioridades a las que vamos a atender y solucionar juntos como región: inseguridad, tráfico de drogas, energía, cambio climático, estado de derecho. Es un ejercicio de responsabilidad en donde tenemos que entender que si la asumimos conjuntamente podemos diseñar soluciones comunes.

9.-
Tenemos la gran oportunidad para mover la conversación más allá del comercio y de la inversión y pensar en la integración de América del Norte en energía, cambio climático, seguridad de los ciudadanos, combate a la delincuencia organizada, desarrollo de talento y capital humano, movilidad laboral.

10.-
Debemos revisar nuestras estrategias ante la pandemia y los mecanismos de defensa ante otras crisis potenciales, pero ante todo, debemos proteger nuestra democracia. Además de defender los principios, debemos promover los intereses de México.


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