Familias provenientes de diferentes municipios llevaron este miércoles a sus hijos o nietos a la Catedral Metropolitana de Xalapa vestidos con los ornamentos característicos de la imagen de San Rafael Guízar Valencia, para agradecer algún milagro o simplemente encomendarlos a la protección de este santo cuya devoción se desborda previo y cada 24 de octubre en Xalapa.

Fueron justamente milagros concedidos a niños o madres lo que elevó a los altares a quien fuera obispo de Veracruz, originario de Cotija, Michoacán y radicado y muerto en Xalapa, donde arraigó cariño y devoción.

“Se lo encomendamos mucho a San Rafael, venimos cada año a traer al niño. Nació con un problema y se lo hemos encomendado mucho. Tiene un síndrome, se llama ´Gómez López Herrera’. Es un síndrome muy poco conocido. No se le desarrolló la mitad de su cerebelo. Gracias a Dios, por la intervención de San Rafael y del Divino Niño, aquí está gracias a Dios mi niño (…) mientras pueda venir así, aquí lo voy a traer cada año”, contó la señora María Tita García, quien llevó a la misa de 10 de la mañana.

Los llamados “niños milagro” son vestidos con un alba blanca, una mitra y túnica color púrpura o rosa.

Dilan fue llevado por su abuela Leticia, su tía y su mamá a la misa de las 10 de la mañana dedicada a los niños encomendados a la protección de San Rafael Guízar Valencia.

“Su mamá hizo cualquier cosa para no tenerlo y pues, dijera yo, para que naciera bien. Lo tuvo chamaca. Yo se lo encomiendo a Guízar, está muy bien de salud”.

El Arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios, destacó que en vida, Rafael Guízar Valencia fue cercano a los niños porque impartía el catecismo.

“Eso hacía la cercanía con los niños, se inventaba cada cosa, hasta jocosa, como pintar las gallinas de colores, pintar un borrego de azul, cada puntada, yo creo que por eso fue cercano a los niños y como han sido milagros de niños, con mayor razón les gusta vestirlos de Guízar Valencia”, explicó.
Rafael Guízar Valencia fue beatificado en 1995 por el Papa Juan Pablo II y canonizado el 15 de octubre de 2006 en el Vaticano por Papa Benedicto XVI. El caso que la iglesia tomó como prueba de su santidad fue un milagro registrado en el año 2002 a la señora Valentina Santiago, a quien en su embarazo se le detectó una malformación que sin aparente razón científica despareció y permitió el nacimiento y crecimiento del niño Rafael de Jesús Barroso.

Desde entonces es común que los niños encomendados a la protección de Guízar Valencia lleven el nombre de Rafael, como agradecimiento o signo de fe.