Ajena a esa realidad Xin Xin, que es una de las seis pandas más longevas del mundo, camina despreocupada por los espacios de su hábitat en busca de ramas de bambú para completar su alimentación, o si Elías García, quien ha cuidado de ella por 25 años, le dejó escondido su platillo favorito: las manzanas rojas.
Mientras se deleita con su suculento desayuno de ramas tiernas de bambú, Gual la observa sonriente y recuerda la mañana del 1 de julio de 1990 cuando su madre Tohui sorprendió a todos en el zoológico al parir, alejada de la cámara que la grababa 24 horas al día, a su pequeña cría de unos 120 gramos.
“Es imposible no tener un apego a estos animales. La mayoría los vimos nacer aquí”, afirmó el director general de los zoológicos capitalinos, tras reconocer con orgullo que el zoológico de Chapultepec fue el primer centro en el mundo en lograr la reproducción de pandas gigantes en cautiverio fuera de China.
Tohui fue la segunda panda nacida fuera de China y la primera que sobrevivió y logró vivir 12 años. Yuri le dedicó una canción para expresar el orgullo de México por el oso.
La esperanza de vida de un panda gigante en vida silvestre es de unos 15 años, pero en cautiverio han llegado a vivir hasta los 38.
El Zoológico de Chapultepec, un ‘experto’ en la ‘pandología’
Décadas de esfuerzos de conservación en la naturaleza y estudios en cautiverio salvaron al panda gigante de la extinción, aumentando su población de menos de mil ejemplares en un momento, a más de mil 800 hoy en día, que se encuentran en vida silvestre, zoológicos y centros reproductores chinos.
El notable éxito del Zoológico de Chapultepec lo convierte en uno de los dos únicos que ejecutan un programa de pandas fuera del control del gobierno chino, según el Servicio de Investigación del Congreso de los Estados Unidos. El otro está en Taiwán, que recibió dos pandas en 2008 a cambio de un par de venados sika en peligro de extinción.
Han nacido ocho pandas en México, de los cuales cinco sobrevivieron hasta la edad adulta. Décadas de estudio en el Zoológico de Chapultepec han producido un amplio conocimiento, así como la recolección de muestras de semen y tejido ovárico de algunos de sus ejemplares que preservan en su banco de recursos genómicos que los científicos esperan que les permita continuar ayudando en la conservación de los pandas incluso después de que Xin Xin se haya ido.
Carlos Cerda Dueñas, académico del Tecnológico de Monterrey que ha estudiado la llamada “diplomacia panda” de China y el caso mexicano, dijo a The Associated Press que es muy posible que el gobierno de Xi Jinping “estaría en las mejores condiciones” para firmar un convenio con México por la importancia estratégica del país latinoamericano, pero admitió que desde el punto de vista de la política de austeridad de López Obrador, lo ve “muy difícil”.
Lo que no está en duda es el poder de atracción de los pandas. En el Zoológico de Chapultepec hay un museo dedicado a ellos que exhibe fotografías de los animales a lo largo de los años, moldes en resina de sus huellas, restos de pelo de panda y docenas de dibujos que los niños han hecho a través de los años de los carismáticos animales.
La última piñata de cumpleaños de Shuan Shuan también está en el museo. Pero Xin Xin es la verdadera atracción.
El costarricense Juan Vicente Araya se maravilló días atrás con Xin Xin junto a su familia.
“Desde el más grande hasta el más pequeño, todos en casa, cuando decidimos viajar a México veníamos con la ilusión de poder ver un panda”, confesó Araya, de 38 años. El empleado de una corporación estadounidense dijo visitar el zoológico fue lo primero en la agenda de viaje al aterrizar desde Costa Rica.
“A nivel de Latinoamérica no muchos tenemos la oportunidad de poder ver a un panda… La verdad que para nosotros valió la pena venir”, concluyó.