El 24 de octubre, la Iglesia Católica celebra la fiesta de San Rafael Guízar y Valencia. Se trata del V obispo de Veracruz, misionero incansable, ferviente devoto de la sagrada Eucaristía y de María Santísima, gran confesor, pastor cercano, famoso por mantener abierto su seminario en tiempos de la persecución religiosa, un gigante de la caridad y modelo de virtudes cristianas. Mons. Rafael Guízar Valencia nació en Cotija, Michoacán el 26 de abril de 1878. A los 23 años fue ordenado sacerdote. Fue misionero en diferentes partes de la República Mexicana y en el extranjero a donde tuvo que exiliarse debido a la persecución religiosa. En Agosto de 1919 estando en Cuba, fue nombrado obispo de Veracruz por S.S. Benedicto XV. A Veracruz llegó el 3 de enero de 1920. Mons. Guízar Valencia murió en la ciudad de México el 6 de junio de 1938. Fue sepultado en el cementerio “cinco de mayo” de Xalapa, Ver. 12 años más tarde su cuerpo fue encontrado incorrupto y se le trasladó a la catedral donde hoy se encuentra su tumba y a donde acuden miles de peregrinos principalmente los días 23 y 24 de octubre. El milagro por el que fue beatificado el 29 de enero de 1995 por S.S. Juan Pablo II, consistió en que “una mujer estéril genéticamente concibió un hijo gracias a su intercesión”. El segundo milagro por el que fue canonizado por S.S. Benedicto XVI el 15 de octubre de 2006, consistió en “el nacimiento de un niño que mientras se gestaba en el vientre materno, se le detectó paladar hendido y labio leporino. Después de que los padres pidieron la intercesión de San Rafael Guízar, el niño nació completamente sano”. Estos prodigios hechos por Dios por intercesión de San Rafael Guízar Valencia no son los únicos, con frecuencia uno escucha muchos otros que la gente nos narra con emoción. Muchas personas llevan el nombre de Rafael o Rafaela precisamente porque recibieron alguna gracia por suplicar la intercesión del V obispo de Veracruz. La catedral de Xalapa es el destino de miles de peregrinos procedentes de muchas regiones de Veracruz, de otros estados y hasta del extranjero que acuden fervorosos para visitar la tumba de San Rafael Guízar y encomendarse a su intercesión. Las visitas no sólo se hacen durante su fiesta, sino cada día se pueden apreciar diferentes peregrinos. A la tumba de San Rafael acude todo tipo de personas: estudiantes, profesionistas, amas de casa, campesinos, empleados y autoridades de todo tipo. La devoción de San Rafael Guízar trasciende las fronteras mexicanas. Es ya una tradición en Xalapa que, en lo que fue su catedral, se celebre un novenario de festejos para resaltar los grandes amores de San Rafael: amor a la Sagrada Eucarístía, a la virgen María, a las misiones, al seminario, a los niños, a los pobres, al sacramento de reconciliación, a la doctrina cristiana y a los enfermos. Durante sus numerosas misiones en los pueblos siempre atendía con una gran caridad pastoral todos estos aspectos. Junto a la piedad popular, también se ofrecen diferentes servicios religiosos. Cada día se oficia la sagrada eucaristía, hay confesiones sacramentales para que los peregrinos puedan concluir su experiencia religiosa con el encuentro con la misericordia de Dios y el perdón de sus pecados; la Palabra de Dios se proclama y se destacan las virtudes de San Rafael Guízar, un elemento permanente es la oración continua por los enfermos, los niños y los necesitados. La espiritualidad que brota de la devoción a San Rafael Guízar Valencia expresada en la adoración eucarística, devoción mariana y caridad cristiana se manifiesta no solo en los peregrinos que acuden a la catedral, sino también en el ejército de voluntarios que atienden también a los peregrinos, dándoles la bienvenida y compartiendo con ellos bebidas calientes y un poco de alimento. No cabe duda que desde el cielo, San Rafael Guízar Valencia sigue misionando y suscitando el espíritu de caridad, la solidaridad y sentimientos de acogida. ¡San Rafael Guízar Valencia, ruega por nosotros! Pbro. José Manuel Suazo Reyes. |